Niña que se niega a comer |
Debe tenerse en cuenta que los malos hábitos en la alimentación, los caprichos o el hecho de que a nuestro hijo no le guste algún alimento no son trastornos de la conducta alimentaria, aunque pueden ser factores de riesgo. En general, existen cuatro trastornos de la conducta alimentaria entre los más pequeños y adolescentes:
Suelen ser problemas difíciles de detectar, ya que normalmente afectan a chicas que saben cómo esconder la situación. Suelen empezar por saltarse las comidas que se realizan fuera de casa y es una edad en la que normalmente no enseñan el cuerpo por pudor, por lo tanto, es difícil detectar el trastorno. Los indicios más claros de que el problema ya ha empezado son la pérdida de peso, encontrar comida escondida, que desaparezca mucha comida de repente o que las amigas cuenten algo al respecto. Para prevenir estos casos, la mejor solución es mantener unos hábitos familiares saludables y compartir varias comidas en familia , para poder detectar comportamientos extraños.
Si estamos seguros de que nuestro hijo o hija padece alguno de estos trastornos, lo primero es hablar con él o ella, aunque lo más seguro es que lo niegue. El siguiente paso es acudir al pediatra o al médico de cabecera para que realice las pruebas pertinentes, ya que deben descartarse otras causas orgánicas que pueden provocar pérdida de peso. Los médicos decidirán si deben seguirse unas pautas nutricionales o derivar directamente a una unidad especializada.
Es muy importante en todos los casos que los padres y la familia prediquen con el ejemplo y sean un buen modelo . Que los mismos padres estén obsesionados en perder peso y en el aspecto físico, que expresen su preocupación por estar delgados o que sigan muchas dietas son factores que pueden influir sobremanera en la conducta alimentaria de los hijos hasta los 12 años, así como que hagan bromas sobre el peso de los pequeños. Después de los 12 años, son los amigos y el entorno social los que más influyen en este sentido.
La familia es también determinante en la construcción de la autoestima , importante para evitar cualquier trastorno alimentario y para que, en el futuro, los niños y adolescentes puedan enfrentarse a los obstáculos que se les presenten. Para ello, es fundamental que los padres valoren a los hijos por cómo son y no por las cosas que hacen
- Ingesta selectiva
- Anorexia nerviosa
- Bulimia nerviosa
- Otros trastornos más complicados de definir
1. Ingesta selectiva:Es el trastorno que afecta a los más pequeños , a menudo antes de los 6 años. Consiste en una elección excesivamente caprichosa y restrictiva de los alimentos que comen. Por lo tanto, no se ingiere la cantidad adecuada y variada de alimentos y esto afecta al crecimiento de los pequeños. Según los alimentos que se excluyan puede aparecer una falta de vitaminas, y si se abusa de otros, los niños pueden sufrir obesidad.Estos comportamientos no tienen lugar porque los pequeños quieran adelgazar, ya que esa preocupación aún no existe, pero excluyen alimentos de la dieta por su textura o color, por un problema de conducta con el cuidador principal (es decir, no comen en función de con quién están, para hacer enfadar a los padres, reclamar atención o expresar malestar), por un problema de maduración intelectual o por una causa relacionada con el autismo, aunque esto es menos frecuente.
La manera más efectiva de prevenir la ingesta selectiva es seguir unas pautas normales de conducta alimentaria . Las pautas normales consisten en seguir una dieta mediterránea, variada, con una comida cada 4 o 5 horas. Es muy recomendable que haya al menos dos comidas diarias en familia (normalmente desayuno y cena), que sean momentos relajados y con el televisor apagado. Todo ello también previene problemas generales de conducta y el riesgo de desarrollar un trastorno, como indican varios estudios.
Para detectar el problema, es importante no imponer de golpe, y mediante discusiones, los alimentos que no le gustan al niño, sino ir incorporándolos a la dieta poco a poco. Si la respuesta gradual es positiva, no existe ningún problema. Si sigue habiendo resistencia excesiva a comer ciertos alimentos puede existir este trastorno.
2. Anorexia y bulimia nerviosas: Son los trastornos más comunes en la preadolescencia y la adolescencia , y se dan más entre chicas que entre chicos. En general, se deben a una baja autoestima unida a una crisis personal (separación de los padres, peleas con los amigos, etc.).
La manera más efectiva de prevenir la ingesta selectiva es seguir unas pautas normales de conducta alimentaria . Las pautas normales consisten en seguir una dieta mediterránea, variada, con una comida cada 4 o 5 horas. Es muy recomendable que haya al menos dos comidas diarias en familia (normalmente desayuno y cena), que sean momentos relajados y con el televisor apagado. Todo ello también previene problemas generales de conducta y el riesgo de desarrollar un trastorno, como indican varios estudios.
Para detectar el problema, es importante no imponer de golpe, y mediante discusiones, los alimentos que no le gustan al niño, sino ir incorporándolos a la dieta poco a poco. Si la respuesta gradual es positiva, no existe ningún problema. Si sigue habiendo resistencia excesiva a comer ciertos alimentos puede existir este trastorno.
2. Anorexia y bulimia nerviosas: Son los trastornos más comunes en la preadolescencia y la adolescencia , y se dan más entre chicas que entre chicos. En general, se deben a una baja autoestima unida a una crisis personal (separación de los padres, peleas con los amigos, etc.).
Suelen ser problemas difíciles de detectar, ya que normalmente afectan a chicas que saben cómo esconder la situación. Suelen empezar por saltarse las comidas que se realizan fuera de casa y es una edad en la que normalmente no enseñan el cuerpo por pudor, por lo tanto, es difícil detectar el trastorno. Los indicios más claros de que el problema ya ha empezado son la pérdida de peso, encontrar comida escondida, que desaparezca mucha comida de repente o que las amigas cuenten algo al respecto. Para prevenir estos casos, la mejor solución es mantener unos hábitos familiares saludables y compartir varias comidas en familia , para poder detectar comportamientos extraños.
Si estamos seguros de que nuestro hijo o hija padece alguno de estos trastornos, lo primero es hablar con él o ella, aunque lo más seguro es que lo niegue. El siguiente paso es acudir al pediatra o al médico de cabecera para que realice las pruebas pertinentes, ya que deben descartarse otras causas orgánicas que pueden provocar pérdida de peso. Los médicos decidirán si deben seguirse unas pautas nutricionales o derivar directamente a una unidad especializada.
Es muy importante en todos los casos que los padres y la familia prediquen con el ejemplo y sean un buen modelo . Que los mismos padres estén obsesionados en perder peso y en el aspecto físico, que expresen su preocupación por estar delgados o que sigan muchas dietas son factores que pueden influir sobremanera en la conducta alimentaria de los hijos hasta los 12 años, así como que hagan bromas sobre el peso de los pequeños. Después de los 12 años, son los amigos y el entorno social los que más influyen en este sentido.
La familia es también determinante en la construcción de la autoestima , importante para evitar cualquier trastorno alimentario y para que, en el futuro, los niños y adolescentes puedan enfrentarse a los obstáculos que se les presenten. Para ello, es fundamental que los padres valoren a los hijos por cómo son y no por las cosas que hacen
Fuente: http://fundrogertorne.org/salud-infancia-medio-ambiente/2012/12/04/cuando-el-problema-es-que-no-comen/
Además de los adolescentes y adultos, los más pequeños también pueden sufrir trastornos alimentarios. Detectarlos a tiempo es fundamental para garantizar su correcto crecimiento y su salud.
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